Tal día como hoy hace tres meses llegué a Bee Social. Y un grupo de abejas me empezaron a mandar tareas. Yo, que por no saber no sabía ni encender mi Mac, me vi creando páginas para WordPress y haciendo publicaciones con Business manager de Facebook. Algún desastre se prevenía. Cuando me vi escribiendo mi primer tweet para una marca, comprobé diez veces que no tenía ninguna falta de ortografía.
Pero yo, como dice mi madre, siempre he sido de “aprender a tortas”. Tuve que lanzarme a la piscina muchas veces, sin saber si lo que estaba haciendo era lo correcto. Supongo que este miedo lo han tenido todos los becarios.
Pero fueron pasando las semanas y vi que aquello no se me iba dando tan mal. Era capaz de escribir, de crear contenidos y de conversar con los públicos. E incluso de hacer reír alguna vez en el desayuno a las demás abejas. Pero lo mejor era el feedback. Nada es más gratificante que el reconocimiento del trabajo bien hecho. También nada es más educativo que un comentario constructivo. Y yo he recibido, afortunadamente, ambos tipos de comentarios.
Luego llegó mi primera experiencia con el posicionamiento online. Un mundo fascinante, pero a la vez complicado. Después de atormentar a nuestro SEO con correos y vídeo llamadas para que me explicase en que consistía mi labor, entendí muchas cosas. Yo como futuro publicista, pero aún estudiante de cuarto de carrera, me asustaba el mundo online. Creo que nos pasa mucho a todos los de mi generación. Somos nativos digitales, pero aún le tenemos respeto a este mundo. Pero me he dado cuenta de que si quiero hacer algo en la publicidad en el día de mañana, éste es crucial. El mundo conversacional de las RRSS ha abierto un abanico de oportunidades en la publicidad. Y no aprovecharlo sería de ignorantes.
Un punto clave también fue cuando a mi profesor de la universidad se le ocurrió la maravillosa idea de invitar a una agencia de Murcia para que diese una charla en clase. Y casualidades de la vida, ésta iba a ser Bee Social. Así que me vi hablando ante mi clase en nombre de una agencia. Y no os voy a mentir, esa sensación me gustó.
Las semanas se convirtieron en meses. Y ya por las campañas de Navidad, me di cuenta de que ya no era aquel becario tímido del primer día. La abejas me empezaron a dar más responsabilidad. También más elogios. Lo que he aprendido de éste grupo de profesionales en tres meses seguramente equivale al aprendizaje de dos o tres años de carrera. Además siempre tuve miedo de hacer cosas que no fuesen con mis principios. Pero tuve la suerte de encontrarme con una agencia que trabaja con marcas que se esfuerzan por hacer las cosas bien. Aspectos como la ética de los negocios o la igualdad de género siempre me han preocupado de éste mundo. Sin embargo he visto que se puede hacer publicidad sin dañar a nadie.
He mejorado en la creación de contenido, he ampliado mis conocimientos del mundo online y he arreglado alguna pelea pendiente con la informática y el diseño. También en muchos más aspectos. Pero sobre todo de lo que más me alegro es de haberme sentido útil.
Y aquí estoy. Me voy como vine, y acabo como empecé: escribiendo contenidos. Pero con una experiencia inolvidable a la espalda como souvenir.
Un saludo abejas.
Atentamente,
Augusto Morales, una larva que se convirtió en abeja.